Recuerdo haber usado por
primera vez un fondo cuando apenas entré a la primaria, pues la falda del
uniforme blanco de los lunes para honores a la bandera era de una tela algo
translúcida y mi madre decía que me lo pusiera para que no se me vieran los calzones.
El fondo es una prenda de
ropa interior, que se usa (obviamente) debajo de la exterior, especialmente de
faldas, aunque también existe el fondo completo que cubre el vestido
desde los hombros, y hasta hay fondos con forma de pantalón, pero todos tienen
la misma razón (o sinrazón) de ser: esconder indumentalia que ya está oculta.
No dudo que haya quien use
el puro fondo para dormir o para estar en casa sin salir, pero lo usual sería
portarlo bajo la ropa exterior y evitar con esto la indecencia de que alguien
pueda notar la pantaleta o el sostén.
De vuelta a las primeras
líneas puedo añadir que en aquella inocente edad, quizá siete u ocho años,
aprendí dos cosas muy molestas sobre los fondos. Una es que se mueven de su
lugar al caminar, si no se meten entre las piernas, se van haciendo bola hasta
llegar a la espalda o se salen por debajo.La otra cosa desagradable que aprendí
fue la frase “fondo salido, busca marido”.
Yo me preguntaba ¿en
verdad es indispensable usar esto tan incómodo? Y muchas amigas me decían que
no, siempre y cuando la ropa que usara no fuera muy transparente. Desde
entonces me afané por elegir ropa que no requiriera fondo y por muchos años lo
logré felizmente.
Hasta ahora a mis 30 y
tantos mantengo predilección por atuendos de telas suficientemente gruesas, sin
sacrificar la comodidad y la frescura, eficaces para evitarme usar el clásico
fondo de nylon con encaje, tan socorrido en colores blanco y beige.
Apenas hace un año me
encontré con un vestido que me gustó mucho, me quedaba muy bien y lo quería,
excepto porque… sí, lastimosamente su tejido era muy ligero y a través de él se
me veían las bragas. Con todo y eso me decidí, lo compré y después me
reencontré con el uso del medio fondo.Fue por eso que ahora puedo saber que el
precio de la prenda en cuestión depende de la marca, por supuesto el material y
también de la talla, pues el que yo compré fue uno muy corto que costó
alrededor de 100 pesos.
Después de todo, la
experiencia no fue tan mala, la realidad es que si solo lo tengo puesto un rato
es tolerable, pero una de mis amigas me mató de risa cuando dijo: si todo el
problema es que se te vean los calzones, pues no te los pongas. Y ahora que lo
pienso, ese tipo de ideas hubieran resulto muchas cosas para mí y tantas
mujeres, que desde primero de primaria hemos lidiado con ese continuo conflicto
de vestimenta.
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