Cosas que son para siempre

Entre todo lo que ha pasado me enteré de que Juan Manuel Mendoza, uno de mis profesores de la universidad, murió este jueves. Se me hizo un nudo en la garganta y siendo las tres cuarenta y tres de la mañana, después de una cerveza y cinco tequilas derechos, no logro deshacer. He sabido sobre muchas otras personas que fallecen lamentablemente, doctores, gente reconocida, pero creo que esta es la primera vez que le toca a alguien a quien yo apreciaba bastante. Cuando pensaba en por qué esta pérdida me significa más que las otras recordé que cuando entré a la universidad él nos hizo leer el libro de John Kenneth Turner “México Bárbaro” en su clase y fue algo que en verdad marcó mi vida. No solo por lo interesante de la obra en sí misma, sino porque nos hacía leer en voz alta, así que siempre tenía que estar atenta, siguiendo el hilo, pero sobre todo porque yo no leía muy bien y a partir de entonces me puse más pilas, ahora lo hago como parte de mi vida diaria. Hay gente que deja en tu vida cosas que son para siempre. Una vez saliendo de clases de la universidad (cuando yo iba en las mañanas) mi compañero Luis Lauro dijo “vamos a la playa”. Solo éramos él, yo, el Lic. Juan Manuel y una chica de otro grupo. Los cuatro agazapados en la cabina de una camioneta Pick Up, Luis Lauro manejaba, iba tomando tequila y en la radio sonaba música de Britney Spears, lo recuerdo con claridad. Llegamos a la Playa y no sé de dónde salió otra bebida como de granada, con lo que ellos siguieron tomando, yo no ni la otra chica. Estábamos en una palapa, platicamos, reímos y vimos el mar. Luego de un rato regresamos a la ciudad, fue divertido. Es el tipo de cosas locas que se deben hacer cuando una es joven universitaria. Ese recuerdo nadie lo va a quitar de mi corazón.