No lo pude evitar. Lo recordé.
Me volví a poner como adolescente rememorando los momentos románticos.
Tontamente apareció la estúpida frase “solo seremos tu y yo”, en una película que estaba viendo en la televisión cuando… tuve una regresión hacia aquel momento en el que él me la dijo.
Tampoco puedo negar que esta sensación ¡es la ostia! Siento como si aún lo estuviera viviendo, mariposas en la panza, siento algo muy agradable.
Luz de todos los astros
Un paseo por el universo personal de quien observa la existencia desde un rincón del planeta.
martes, 22 de febrero de 2011
domingo, 20 de febrero de 2011
Mi amiga Lichita Pizaña cumplió ¡75 años!
Hicimos una fiesta sorpresa para ella, de la que ya escribiré, muy emotiva y bonita. Yo canté para ella la canción de Maria Carey “Heroe”, en español, entonce me atavié para la ocasión, llevaba un vestido negro muy elegante, aunque con un magno escote (le pongo un tono de inconformidad porque no es mi agrado enseñar tanto, pero fue lo único que encontré y además, la celebración lo justificaba).
Al salir de la fiesta, que terminó a las dos de la tarde, pasé frente al parque Olímpico, donde había una exhibición de motos.
¡Mi mero mole! Todo el mundo sabe que me fascinan, así que paré para hacerme unas fotos, con mi vestido de fiesta. No creo que hubiera acomodado mejor la oportunidad, pues, aunque me encantaría, es muy improbable que me vista de gala solo para ir a un bikefest.
Salieron estupendas, a pesar del intenso viento y el mal enfoque.
La mejor fotografía no es la más clara, ni la más exacta, sino aquella que logra retratar el alma de la persona o aspecto que sea tu objetivo.
En estas, mi espíritu apasionado salta a la vista, por eso me gustaron, y estoy segura que no es porque la lente sea la mejor, sino porque yo lo traía desbordante -igual que mis bubis…-.
sábado, 12 de febrero de 2011
miércoles, 9 de febrero de 2011
Redacción periodística
Hablaba por la mañana muy brevemente con un colega –vía chat- sobre mi visión acerca de la redacción periodística.
En realidad, no fui yo, sino mis (innumerables) lectores, quienes le atribuyeron el calificativo de “ecléctica”. Eso fue hace años, y ahora que ha pasado el tiempo, me doy cuenta que efectivamente, ese es el término correcto.
Opino que la redacción periodística, mientras más breve, mejor. En la actualidad, e incluso en el pasado, el ritmo de vida ha hecho de la lectura un lujo que solo se pueden dar aquellos que gozan de tiempo libre, entre los cuáles no se cuenta a los infelices proletarios que debemos trabajar dos o más jornadas diarias para subsistir, y que acabamos el día tan cansados que nos dormimos apenas al agarrar un libro (o cualquier otra publicación impresa).
Suena incongruente, lo sé, de alguien que “escribe” o al menos supone que lo intenta, decir que no tiene tiempo para leer, pero tengo la teoría de también para leer existe eso a lo que se le llama “tiempo de calidad”.
Personalmente no tengo la pretensión de reputarme como erudita en la materia, pero sí tengo derecho a tener una visión crítica acerca de todo lo que leo, aunque sea el trabajo de mis compañeros, amigos y el mío mismo. Acaro que con esta última persona soy aún más rigurosa.
Y lo diré con la misma rudeza con la que lo pienso: me da hueva leer esos textos tan largos, llenos de vicios y tarugadas que insultan y contaminan mi, de por sí ya bastante erosionada inteligencia.
Me enfada leer cuartillas enteras por minutos y al final quedarme llena de interrogantes, o peor aún, de desesperación al ver graves faltas gramaticales, vicios y también mentiras, palabras inventadas, suposiciones que se dan por hechos, irresponsables afirmaciones que no se documentan, expresiones vulgares (sí, como “me da hueva”, ya sé), ¡pleonasmos!
Tristemente, el periodismo en esta región fronteriza –no todo- está de la chingada.
Por eso prefiero leer poco, pero que sea algo bueno, no esos textos largos llenos de paja, como se dice en el argot periodístico al relleno inútil, solo para cumplir con una decorativa extensión.
A propósito de eso, yo tenía la intención de escribir esto en menos de dos mil 500 caracteres, así que por el momento hasta aquí lo dejo, no sin antes reconocer a aquellos pocos capaces de capturar la atención del lector con contenidos enigmáticos, verdaderamente interesantes o creativos, que contribuyan a enriquecer el conocimiento sin caer en lo rebuscado, y para quienes además hacen que el la redacción periodística se parezca al arte literario –si además le dan un toque de buen humor, se los agradezco-.
En realidad, no fui yo, sino mis (innumerables) lectores, quienes le atribuyeron el calificativo de “ecléctica”. Eso fue hace años, y ahora que ha pasado el tiempo, me doy cuenta que efectivamente, ese es el término correcto.
Opino que la redacción periodística, mientras más breve, mejor. En la actualidad, e incluso en el pasado, el ritmo de vida ha hecho de la lectura un lujo que solo se pueden dar aquellos que gozan de tiempo libre, entre los cuáles no se cuenta a los infelices proletarios que debemos trabajar dos o más jornadas diarias para subsistir, y que acabamos el día tan cansados que nos dormimos apenas al agarrar un libro (o cualquier otra publicación impresa).
Suena incongruente, lo sé, de alguien que “escribe” o al menos supone que lo intenta, decir que no tiene tiempo para leer, pero tengo la teoría de también para leer existe eso a lo que se le llama “tiempo de calidad”.
Personalmente no tengo la pretensión de reputarme como erudita en la materia, pero sí tengo derecho a tener una visión crítica acerca de todo lo que leo, aunque sea el trabajo de mis compañeros, amigos y el mío mismo. Acaro que con esta última persona soy aún más rigurosa.
Y lo diré con la misma rudeza con la que lo pienso: me da hueva leer esos textos tan largos, llenos de vicios y tarugadas que insultan y contaminan mi, de por sí ya bastante erosionada inteligencia.
Me enfada leer cuartillas enteras por minutos y al final quedarme llena de interrogantes, o peor aún, de desesperación al ver graves faltas gramaticales, vicios y también mentiras, palabras inventadas, suposiciones que se dan por hechos, irresponsables afirmaciones que no se documentan, expresiones vulgares (sí, como “me da hueva”, ya sé), ¡pleonasmos!
Tristemente, el periodismo en esta región fronteriza –no todo- está de la chingada.
Por eso prefiero leer poco, pero que sea algo bueno, no esos textos largos llenos de paja, como se dice en el argot periodístico al relleno inútil, solo para cumplir con una decorativa extensión.
A propósito de eso, yo tenía la intención de escribir esto en menos de dos mil 500 caracteres, así que por el momento hasta aquí lo dejo, no sin antes reconocer a aquellos pocos capaces de capturar la atención del lector con contenidos enigmáticos, verdaderamente interesantes o creativos, que contribuyan a enriquecer el conocimiento sin caer en lo rebuscado, y para quienes además hacen que el la redacción periodística se parezca al arte literario –si además le dan un toque de buen humor, se los agradezco-.
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