Luz de todos los astros

Un paseo por el universo personal de quien observa la existencia desde un rincón del planeta.

miércoles, 27 de julio de 2011

Estar

A veces no hacen falta palabras. Es suficiente saber que hay alguien ahí, capaz de cambiar un mal día con su sola sonrisa.

martes, 26 de julio de 2011

Avanzo

Tengo preocupación (un poco) sobre mi cambio de estados de ánimo. Cada día despierto con un nuevo nivel de energía y optimismo y algunas veces éste es muy bajo, pero no identifico de qué depende, así que creo que debería empezar un diario sobre las cosas que ocurren para ir determinando si puedo controlarlo.
Antier, por ejemplo, todo iba muy bien hasta el medio día, cuando empecé a sentir una gran ansiedad, pero esto pasó sin motivo alguno.
Me sentía tan nerviosa como aquella vez en que me reuní con un embajador de cuyo nombre y país no debo acordarme, en una misión que pudo implicar bastante riesgo. Recuerdo que esa vez (hace poco más de un año), no paraba de beber agua.
Así me pasó antier.
Fue domingo, estaba sin críos, ya había almorzado y todo estaba dispuesto para hacer lo que yo quisiera. Mi plan era terminar de resanar unas grietas en el techo de la sala, algo que postergué en meses por falta de tiempo, de materiales o de vigor. Ese día lo tenía todo y decidí que la excitación que sentía no me iba a detener.
Le di pa’ delante a mi objetivo y noté que al momento de hacer el esfuerzo, la tensión comenzaba a bajar.
No sé si pudo haber sido también el concentrar la mente en el trabajo que estaba haciendo, lo que me hizo olvidar que a veces los demonios entran a mi cabeza y la perturban, el punto es que al final de la tarde yo tenía una sala con mucho mejor aspecto, además de un cansancio agradable, bastante compatible con las tres cervezas que después me tomé.

jueves, 14 de julio de 2011

El equipo

Recuerdo los días cuando era reportera y pienso:
Lo peor que puede pasar en una sala de redacción es que en lugar de una coordinación entre reporteros exista el agandalle de notas. Y es que el mejor equipo no se integra por un reportero que siempre tiene la portada, dejándole a los demás el relleno, sino cuando todos son igualmente chingones y los éxitos se comparten.

domingo, 10 de julio de 2011

Ya no es de aquí, ni es de allá. Es de a humanidad

Yo que cuando me muero, ya nunca es por amor….
Así dice una parte de “Barbie superstar” de Joaquín Sabina, que me hace recordar que yo, cuando lloro, ya no es por cualquier estupidez.
La penúltima vez que lloré fue el año pasado, cuando escuché una canción que había oído muchas veces antes, pero ese día en especial, sentí que era un mensaje dirigido exactamente a mí.
Se trata de “Este es un nuevo día” de Facundo Cabral.
Yo en aquel tiempo sufría por miles de confusiones que hoy ya no vienen al caso ni ocupan la atención de mi memoria, lo que recuerdo fue la sensación de epifanía que tuve con la frase “perdona hermano que yo no entienda que no seas feliz en tan bello planeta”. Esta y todo lo que sigue en la letra me hizo aterrizar o despertar, salir de la hipnosis en la que estaba mi espíritu, para poder ver que lo tenía todo a mi alrededor, que era rica y afortunada.
Confieso que efectivamente, Cabral fue una influencia determinante en mi conversión. Yo antes andaba por la vida dando tumbos y ahora, mi búsqueda es mucho más espiritual. Y no es que haya sido el cantautor argentino en específico, sus canciones o sus mensajes los que lo lograron, sino que éstos fueron el detonante o parte del movimiento que originó el cambio.
Ayer por la mañana desayuné la noticia funesta de su asesinato en Guatemala y me pareció algo injusto. Nadie podía quitarle la vida a un promotor de la paz, del amor, de la libertad.
Dije que la penúltima vez lloré escuchando sus canciones, pero al ir escribiendo este texto volví a conmoverme hasta las lágrimas, pero no de dolor por la partida del gran artista, sino por nosotros, los que seguimos viviendo, porque no nos toca llegar al siguiente nivel, todavía.
Y cómo él decía: La vida no te quita cosas, te libera de cosas, te aliviana para que vueles más alto. Llegan primero los que cargan menos. No hay muerte, sino mudanza.

martes, 5 de julio de 2011

Facebook… Uff!!!

A veces me conecto a esa red social a la que entré con inocencia y tras mucha insistencia por parte de amistades que ya la tenían y que decían que estaba muy buena, que era una forma de comunicarse con otros de un modo divertido. En realidad no hubo argumentos suficientemente tan convincentes, solo que mi hijo y mis hijas se sumaron a la invitación, así que empecé a sentirme fuera de onda. Aparte yo estaba por lanzar el proyecto de crónicas desde Centroamérica y fue primordialmente el furor que parecía tener el “libro de rostros”, el que me incitó a registrarme para difundirlo más.
Entonces finalmente lo hice, empecé colgando justamente fotos de mi carita, pero después le fui agarrando la onda poco a poco al manejo de comentarios y etiquetado de fotografías, al grado que en poco tiempo estuve interactuando con los demás. Todo iba muy bien, hasta ese punto resultaba agradable comunicarme con personas que me simpatizan mediante los mensajes escritos que se dejan en sus muros o los que ellos dejaban en el mío, recibir fotos donde yo aparecía y que otros poseen, así como poder opinar en las publicaciones de los y las demás.
Lo que dejó de gustarme fue que ahí también uno se encuentra gente que le cae re gorda, como en la vida real.
Me di cuenta de eso hasta varios meses después, cuando en verdad me comenzó a parecer irritante leer las estupideces que escribe mucha gente: que si ya comió, que si fue al doctor, que anda de vacaciones, que sus niños comieron hotcakes, en fin.
Es muy respetable lo que ultimadamente cada quien quiere decir, pero definitivamente uno no tiene necesidad de enterarse de cosas que no le importan.
Todo esto, finalmente es una completa idiotez, porque lo más grave de todo es que cada uno de nosotros ingresa voluntariamente al Fb, como dan en abreviarlo. Sí, yo firmé el contrato de privacidad que cede a los dueños de la red social a disponer de mis publicaciones, textos e imágenes legamente como suyos, por si fuera poco aguantar el chismorreo que se forma con cada publicación.
Es puro chismorreo y casi nada de temas relevantes.
Confesiones de amor, anécdotas, pensamientos en letras mayúsculas, amenazas subliminales hacia sus enemigos, anuncios clasificados, quejas en contra de una u otra cosa, foto o frases para presumir que les va de maravilla y su vida es “perfecta”, una cantidad de cosas como esas y peores, denotan el déficit afectivo que sufren quienes requieren la aceptación ajena para sentirse bien.
En realidad eso es lo que parece, una búsqueda insaciable de aprobación, y además una demostración de estatus, de derecho a pertenecer, claro, siempre y cuando se agrupe el sujeto con sus iguales, es decir, las chicas bien, con las chicas bien, los punketos con los punketos, los emos con los emos, etcétera, etcétera, etcétera.
Una de las cosas más desagradables de todo esto es tener que leer faltas de ortografía y de gramática en general, más las violaciones a todo tipo de regla de redacción, ausencia de signos de puntuación, el mal empleo de las palabras, la pobreza de vocabulario de muchos usuarios…
No he terminado pero hasta donde voy no es poca cosa.
Falta por decir que lo más triste de todo no es esa pobreza de vocabulario y de cultura general que se denota, sino la pobreza de inteligencia y peor aún, la pobreza espiritual que nos hace exhibir el feisbuc.