Luz de todos los astros

Un paseo por el universo personal de quien observa la existencia desde un rincón del planeta.

martes, 5 de julio de 2011

Facebook… Uff!!!

A veces me conecto a esa red social a la que entré con inocencia y tras mucha insistencia por parte de amistades que ya la tenían y que decían que estaba muy buena, que era una forma de comunicarse con otros de un modo divertido. En realidad no hubo argumentos suficientemente tan convincentes, solo que mi hijo y mis hijas se sumaron a la invitación, así que empecé a sentirme fuera de onda. Aparte yo estaba por lanzar el proyecto de crónicas desde Centroamérica y fue primordialmente el furor que parecía tener el “libro de rostros”, el que me incitó a registrarme para difundirlo más.
Entonces finalmente lo hice, empecé colgando justamente fotos de mi carita, pero después le fui agarrando la onda poco a poco al manejo de comentarios y etiquetado de fotografías, al grado que en poco tiempo estuve interactuando con los demás. Todo iba muy bien, hasta ese punto resultaba agradable comunicarme con personas que me simpatizan mediante los mensajes escritos que se dejan en sus muros o los que ellos dejaban en el mío, recibir fotos donde yo aparecía y que otros poseen, así como poder opinar en las publicaciones de los y las demás.
Lo que dejó de gustarme fue que ahí también uno se encuentra gente que le cae re gorda, como en la vida real.
Me di cuenta de eso hasta varios meses después, cuando en verdad me comenzó a parecer irritante leer las estupideces que escribe mucha gente: que si ya comió, que si fue al doctor, que anda de vacaciones, que sus niños comieron hotcakes, en fin.
Es muy respetable lo que ultimadamente cada quien quiere decir, pero definitivamente uno no tiene necesidad de enterarse de cosas que no le importan.
Todo esto, finalmente es una completa idiotez, porque lo más grave de todo es que cada uno de nosotros ingresa voluntariamente al Fb, como dan en abreviarlo. Sí, yo firmé el contrato de privacidad que cede a los dueños de la red social a disponer de mis publicaciones, textos e imágenes legamente como suyos, por si fuera poco aguantar el chismorreo que se forma con cada publicación.
Es puro chismorreo y casi nada de temas relevantes.
Confesiones de amor, anécdotas, pensamientos en letras mayúsculas, amenazas subliminales hacia sus enemigos, anuncios clasificados, quejas en contra de una u otra cosa, foto o frases para presumir que les va de maravilla y su vida es “perfecta”, una cantidad de cosas como esas y peores, denotan el déficit afectivo que sufren quienes requieren la aceptación ajena para sentirse bien.
En realidad eso es lo que parece, una búsqueda insaciable de aprobación, y además una demostración de estatus, de derecho a pertenecer, claro, siempre y cuando se agrupe el sujeto con sus iguales, es decir, las chicas bien, con las chicas bien, los punketos con los punketos, los emos con los emos, etcétera, etcétera, etcétera.
Una de las cosas más desagradables de todo esto es tener que leer faltas de ortografía y de gramática en general, más las violaciones a todo tipo de regla de redacción, ausencia de signos de puntuación, el mal empleo de las palabras, la pobreza de vocabulario de muchos usuarios…
No he terminado pero hasta donde voy no es poca cosa.
Falta por decir que lo más triste de todo no es esa pobreza de vocabulario y de cultura general que se denota, sino la pobreza de inteligencia y peor aún, la pobreza espiritual que nos hace exhibir el feisbuc.

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