Leí mi viejo diario y siendo honesta, ninguna historia me ha conmovido más que la de mi propia vida.
Y no es que mi vida haya sido triste, sino, lo que escribí y cómo lo hice.
Sentí como si estuviera leyendo la historia de otra persona y a decir verdad, así es. Aquella que fui, ya no soy.
Pero las cosas que escribí y el contraste de una época de mi vida a otra, son impactantes, o quizá sea porque no logro desconectarme totalmente de la idea de que todo fue real y que yo lo protagonicé.
La verdad me da miedo publicarlo, es terriblemente fuerte el sufrimiento que reflejan mis textos.
En aquel tiempo, yo estaba despojada de mi voluntad y mi autoestima, era demasiado joven e inmadura, evidentemente no sabía cómo manejar lo que me pasaba al enfrentar la responsabilidad de una familia y una relación de pareja, así que perdí la esperanza.
Lo último que escribí en 1998 fue “estoy muerta”.
Luz de todos los astros
Un paseo por el universo personal de quien observa la existencia desde un rincón del planeta.
domingo, 21 de agosto de 2011
miércoles, 17 de agosto de 2011
Qué bueno que no fui Lady Di
Hasta los 33 años yo estaba segura de que un príncipe azul, vendría por mí en un caballo blanco. No esperaba ni aceptaba menos que eso. Hubo varios plebeyos que tocaron a mi puerta, pero los mandé a por las cocas porque sabía que un día llegaría mi noble caballero.
Ahora tengo 34 y decidí que esa idea podía ser una entelequia, es decir, una cosa perfecta que no existe, pero además de no depender del “rescate” de un presunto galán, rompí con otra de las ataduras sexistas con las que fui educada.
Los cuentos de hadas de Walt Disney son solo ficción pero llegamos a creer que son realidad, y resulta que la vida real es un poco más hostil que eso.
Ni siquiera es frustrante asumir este grado de conciencia. Lo que sí me generó frustraciones fue recibir calabazas cada vez que yo esperaba desencantar a un príncipe, besando a un sapo.
Es muy satisfactorio despertar del letárgico sueño rosa en que pasé mis primeros 33 años, y lo mejor fue hacerlo, sin el beso de amor de ningún puto príncipe.
Ahora tengo 34 y decidí que esa idea podía ser una entelequia, es decir, una cosa perfecta que no existe, pero además de no depender del “rescate” de un presunto galán, rompí con otra de las ataduras sexistas con las que fui educada.
Los cuentos de hadas de Walt Disney son solo ficción pero llegamos a creer que son realidad, y resulta que la vida real es un poco más hostil que eso.
Ni siquiera es frustrante asumir este grado de conciencia. Lo que sí me generó frustraciones fue recibir calabazas cada vez que yo esperaba desencantar a un príncipe, besando a un sapo.
Es muy satisfactorio despertar del letárgico sueño rosa en que pasé mis primeros 33 años, y lo mejor fue hacerlo, sin el beso de amor de ningún puto príncipe.
domingo, 14 de agosto de 2011
EL YANG
Nunca había comprendido el significado del Ying yang con tanto sentido como hoy.
Angelle dijo que hay gente que no está en paz, si no está en desacuerdo con algo.
Sus afirmaciones no solo son basadas en la teoría, sino en la comprobación que ha hecho en circunstancias que mencionó y no repetiré porque, a partir de entonces, empecé a pensar que en verdad, si no se conoce algo, tampoco se puede conocer su opuesto, ya que no tendría punto de comparación.
Me explico:
Si uno no sabe lo que es el odio, no puede saber lo que es el amor, porque uno no ha experimentado los sentimientos que son contrarios.
Yo le dije a mis hijas que, por eso, el Ying yang establece el balance. Sin el bien, no puede existir el mal.
Solo es cada uno de nosotros, quien decide si quiere estar en el lado blanco o en el negro.
Angelle dijo que hay gente que no está en paz, si no está en desacuerdo con algo.
Sus afirmaciones no solo son basadas en la teoría, sino en la comprobación que ha hecho en circunstancias que mencionó y no repetiré porque, a partir de entonces, empecé a pensar que en verdad, si no se conoce algo, tampoco se puede conocer su opuesto, ya que no tendría punto de comparación.
Me explico:
Si uno no sabe lo que es el odio, no puede saber lo que es el amor, porque uno no ha experimentado los sentimientos que son contrarios.
Yo le dije a mis hijas que, por eso, el Ying yang establece el balance. Sin el bien, no puede existir el mal.
Solo es cada uno de nosotros, quien decide si quiere estar en el lado blanco o en el negro.
lunes, 8 de agosto de 2011
Reconciliación.
Llevo un rato, aquí leyendo mis textos viejos. Bueno, no lo son tanto, más bien, archivados.
Los he guardado por meses y algunos por un par de años en espera de un momento y un espacio adecuado para publicarlos, quiero decir, en algún blog o algo así.
Me he dado tiempo para seleccionarlos, ya que quisiera clasificarlos por temas y quizá, en algún momento compartirlos para que pueda leerlos más gente.
Definitivamente, una de las razones que me han hecho esperar para divulgarlos y ser cautelosa es el miedo que impone advertir que vendrán las críticas.
Yo he tenido la pretensión desde mucho tiempo atrás de dar el salto de periodista a escritora, y la crítica es evidente que deberá estar presente si decido hacerlo, pero, hay días en que me armo de valor y pienso que podré superarla.
Lamentablemente tanta dulzura que he escuchado de mis amistades me ha hecho acostumbrarme a la miel en los oídos, pero eso me no me fortalece para aceptar una crítica negativa.
Redactar bien, por lo tanto, es una parte importante en el “proceso de creación literaria”… algo como eso dijo una vez Gabriel García Márquez (sólo lo entrecomillado y lo mencionó en otro contexto, lo primero es únicamente idea mía) y también dijo que sonaba muy mamón.
Lo siguiente, lo dice la que escribe: “La otra parte importante del proceso de creación literaria es tener valor para soportar las críticas”.
Aún no estoy segura de lo que haré cuando me tope con puntos de vista opuestos al mío, o que solo aprovechando que uno se atreve a exponer su trabajo públicamente, me agreda por diversión, eso sucede.
Como sea. La he pasado mal en tiempo reciente y sigo hipersensible, lo admito.
Cuando intento educar a mis hijas y a mi hijo les digo que a los miedos hay que enfrentarlos, entonces pienso que también debo hacerlo.
No podré saber qué pasará hasta después de que suceda, pero, en fin, ya no quiero que ese monstruo en el armario de mi imaginación me detenga. Finalmente, el miedo que tengo es a la desaprobación y eso es algo que históricamente me ha importado un pito y es momento de pensar que si me van a criticar, me van a agredir o a acabar con mi reputación, pasará y sobreviviré.
El punto, después de todo esto, es que los estuve leyendo y, siendo autocrítica, son muy divertidos.
Quiero escribir más. Llevo meses sin hacerlo, mi productividad ha sido mínima.
Desde que dejé de escribir para El Mañana en agosto del año pasado, solo escribía una o dos notas al mes para el portal de noticias que tuve y cuyo dominio expiró, después le colaboré a la revista Contralínea por tres meses con un reportaje por número, y lo más reciente lo he colgado en un blog de notas con perspectiva de género que tomé provicionalmente como medio alternaruvo, aunque también se han publicado en el portal de Red Tamaulipas.
Conservo el blog personal de Luz de todos los astros, donde abro mi corazón como en este caso, pero este espacio es muy subterráneo, pocos saben de él. Me gusta este misticismo y aún así, sigo siendo reservada en lo que publico.
Esta reconciliación con mis obras debe llegar a un puerto feliz, y es mi deseo, que en breve estén a la vista del público de todo el planeta. Así sea.
Los he guardado por meses y algunos por un par de años en espera de un momento y un espacio adecuado para publicarlos, quiero decir, en algún blog o algo así.
Me he dado tiempo para seleccionarlos, ya que quisiera clasificarlos por temas y quizá, en algún momento compartirlos para que pueda leerlos más gente.
Definitivamente, una de las razones que me han hecho esperar para divulgarlos y ser cautelosa es el miedo que impone advertir que vendrán las críticas.
Yo he tenido la pretensión desde mucho tiempo atrás de dar el salto de periodista a escritora, y la crítica es evidente que deberá estar presente si decido hacerlo, pero, hay días en que me armo de valor y pienso que podré superarla.
Lamentablemente tanta dulzura que he escuchado de mis amistades me ha hecho acostumbrarme a la miel en los oídos, pero eso me no me fortalece para aceptar una crítica negativa.
Redactar bien, por lo tanto, es una parte importante en el “proceso de creación literaria”… algo como eso dijo una vez Gabriel García Márquez (sólo lo entrecomillado y lo mencionó en otro contexto, lo primero es únicamente idea mía) y también dijo que sonaba muy mamón.
Lo siguiente, lo dice la que escribe: “La otra parte importante del proceso de creación literaria es tener valor para soportar las críticas”.
Aún no estoy segura de lo que haré cuando me tope con puntos de vista opuestos al mío, o que solo aprovechando que uno se atreve a exponer su trabajo públicamente, me agreda por diversión, eso sucede.
Como sea. La he pasado mal en tiempo reciente y sigo hipersensible, lo admito.
Cuando intento educar a mis hijas y a mi hijo les digo que a los miedos hay que enfrentarlos, entonces pienso que también debo hacerlo.
No podré saber qué pasará hasta después de que suceda, pero, en fin, ya no quiero que ese monstruo en el armario de mi imaginación me detenga. Finalmente, el miedo que tengo es a la desaprobación y eso es algo que históricamente me ha importado un pito y es momento de pensar que si me van a criticar, me van a agredir o a acabar con mi reputación, pasará y sobreviviré.
El punto, después de todo esto, es que los estuve leyendo y, siendo autocrítica, son muy divertidos.
Quiero escribir más. Llevo meses sin hacerlo, mi productividad ha sido mínima.
Desde que dejé de escribir para El Mañana en agosto del año pasado, solo escribía una o dos notas al mes para el portal de noticias que tuve y cuyo dominio expiró, después le colaboré a la revista Contralínea por tres meses con un reportaje por número, y lo más reciente lo he colgado en un blog de notas con perspectiva de género que tomé provicionalmente como medio alternaruvo, aunque también se han publicado en el portal de Red Tamaulipas.
Conservo el blog personal de Luz de todos los astros, donde abro mi corazón como en este caso, pero este espacio es muy subterráneo, pocos saben de él. Me gusta este misticismo y aún así, sigo siendo reservada en lo que publico.
Esta reconciliación con mis obras debe llegar a un puerto feliz, y es mi deseo, que en breve estén a la vista del público de todo el planeta. Así sea.
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