Creo que
no había escrito antes sobre mi nueva acción a favor del medioambiente y de los
animales indefensos. Desde hace poco más de un año comencé cuidando tres
gatitos que una gata parió en el patio pero no los recogió hasta después de dos
días. Entre tanto, les empecé a dar suero con goteros y con la ayuda de las
gemelas.
A esa
camada se la llevó su madre y unas semanas después vimos que las crías estaban
enfermas, dos de ellas tuvieron infecciones serias en los ojos y después de
atraparlos, los llevamos con el veterinario, quien finalmente nos recomendó la eutanasia.
Fue muy triste pero lo hicimos para evitarles más sufrimiento.
Poco
antes de eso habíamos encontrado a cuatro gatitos más, recién nacidos, en una
bolsa de plástico en el contenedor de basura. Me conmovieron mucho, así que los
rescaté y los coloqué en una caja esperando que su madre los viniera a buscar,
aunque nadie sabía quién era ella.
Después
de 24 horas no tuvimos noticias de ella y era época de frío, así que metimos a
los gatos a la casa y comenzamos a hidratarlos con suero. Al día siguiente, las
gemelas averiguaron cómo preparar leche para sustituir la de su madre y la
preparamos, con una taza de leche de vaca, una cucharada de crema, una de miel
y yema de huevo. Compramos mamilas para cachorros en la veterinaria y empezamos
a alimentarlos.
Vimos
que los tendíamos que higienizar masajeando su ano para que hicieran pipí y
popó, así que con paciencia durante varios días lo estuvimos haciendo,
colocándolos en periódico. Rápidamente fueron creciendo y haciéndolo por ellos
mismos y para antes de cumplir un mes ya hasta comían algunas papillas y usaban
el arenero. Fue increíbe que se críaran. A eso de los dos meses los dimos en
adopción, solo se quedó con nosotros la gata, se llama Claire.
Por
julio del 2012 unos niños trajeron a Glass, un gato blanco que estaba
desnutrido, abandonado en una caja de zapatos junto a sus tres hermanitos
muertos en el contenedor de basura. Pensábamos que se nos iba a morir, pero
también se crió y se puso muy bonito. Cuando pensábamos darlo en adopción se
enfermó. Parecía moribundo, así que el veterinario le inyectó un antibiótico,
un esteroide porque traía una sarna muy fuerte y porque convulsionaba, además
de pasar dormido casi todo el tiempo.
Hace
unos tres meses llegó de repente Kimera, una gata pelirroja que ya estaba
preñada y dio a luz a sus cuatro crías aquí. Ahora tenemos siete gatos. Los
hijos de Kimera se han ido desarrollando poco a poco y han tenido algunos
problemillas de salud porque están debiluchos, pero los estamos alimentado ya
con la leche sustituta y es que la madre también está desnutrida.
Lo que
me preocupa es una infección que traen en los ojos, que les estamos tratando
con manzanilla y se han ido recuperando.
De ellos,
el que inicialmente era el más grande, ahora está muy afectado, no ha crecido y
hasta parece deshidratado. Las niñas lo llamaron Kimero. Hoy después del
trabajo le lavé los ojos con manzanilla, le lavé el cuerpo con toallitas
húmedas de bebé y le di un poco de leche con la mamila. Espero que se recupere
totalmente.
Los
otros tres son Exodia, la más guapa, parece que usa una máscara como la del
Fantasma de la Ópera, Kintaro, no sé por qué le pusieron así pero es pelirrojo
como su madre y, Tiramisú, predominantemente negra con algo de mechitas en
crema.