El otro día salí del trabajo a eso de las seis y me fui a la casa. Fue algo atípico, ya que por lo general me voy directo hacia la casa de mi suegra, por mis hijos.
Esa vez decidí hacer una escala y entré como hipnotizada a mi cuarto, me tumbé en la cama y dormí, dormí y dormí un par de horas.
Qué ejercicio tan egositamente misericordioso.
Si no fuera por ese tipo de escapes, me cae que llegaría al manicomio mucho antes de lo que está pronosticado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario