Luz de todos los astros

Un paseo por el universo personal de quien observa la existencia desde un rincón del planeta.

viernes, 28 de agosto de 2015

Quiéreme que el tiempo es humo

Ahora mismo tengo hambre.

Pregunto en mi mente ¿qué tengo en el refrigerador que pueda hacer para almorzar? Y pienso "tengo tomates, tengo cebolla, tengo sueño..."

Algún día me liberaré de las necesidades mundanales de mi cuerpo mortal y seré solo un alma libre de parar cada 4 horas para atender lo molesta que es el hambre, dejaré de sufrir los dolores de cabeza, de estómago, de espalda, el sueño, el calor, el frío y todas esas demandas fisiológicas.

Seré un alma libre que viaje por el mundo sin pasaporte, o mejor aún, viajaré por los mundos, por otros planetas sin miedo a perecer por falta de oxígeno. O podría sumergirme en las profundidades de los océanos, como dice la canción de Kinky "A donde van los muertos": Sin tener que salir a respirar.  

martes, 11 de agosto de 2015

Día poco optimista

Con frecuencia sufro dolores de estómago, de espalda o de cabeza. Cualquiera de los tres puede atacarme por causas diversas: gastritis, sinusitis, estrés. No soy una persona sana.

Como dice una amiga “conmigo, si no es Chana es Juana”, pero tener un día sin dolor es algo poco común.

He notado que algunas veces logro pasar varios días de la semana sin tomar pastillas para cada uno de esos dolores. Apenas la semana pasada me alegré de notar que así había sido, pero no encuentro cuál es el factor que me da la clave para tener mejor calidad de vida. Sospecho, pero solo es una sospecha, que dormir más sirve bastante, porque algunos de los días en que me sentí fenomenal me había levantado tarde y de hecho, el viernes antepasado decidí no hacer nada y dormí bastante todo el día, pero el sábado y domingo siguiente traía mucha pila, limpié la casa e hice más cosas sin sentirme cansada.

Hoy infelizmente me atacaron los tres dolores juntos y esto me ha pasado otras veces. Es terrible.

Lo que más me dolía era la cabeza, así que tomé una píldora de paracetamol con ácido acetilsalisílico y cafeína. Luego la espalda, tomé Robax gold.

Quería no tomar nada más porque el estómago no me dolía tanto, pero el dolor de cabeza solo disminuyó. El dolor de espalda se hizo más fuerte, así que pensé que podía deberse a la gastritis, ya que a menudo ese tipo de dolor llega a atravesar de mi estómago a mi espalda. Por eso tomé una ranitidina y una bitihiosina también.
He ingerido muchas píldoras por hoy y me sigo sintiendo de la patada.

Quisiera poder dormir, pero esa cafeína de la primera pastilla anda fastidiando.
Me siento inútil por hoy. No estoy calificada para operar maquinaria pesada, ni siquiera ligera.

No quiero salir de casa porque no quiero manejar, así que no iré a ningún lugar hasta sentirme mejor.

Tampoco puedo hacer trabajos en casa. Estoy completamente tumbada en el sofá con la laptop en las piernas, escribiendo solo gracias al zoom del monitor porque resulta que también estoy casi ciega…

Bueno, es que la semana pasada fui a un lugar donde había un módulo de exámenes visuales y me dijeron que tengo miopía severa en el ojo izquierdo. Que solo gracias a que el ojo derecho tiene mejor visión es que puedo llevar una vida normal, pero mi nivel de visión en general es malo y peligroso que siga manejando el carro así. Tan alta es la miopía que tengo, que ni siquiera con lentes de contacto o de policarbonato podría mejorar, de hecho, la graduación que ocupo no la hay en lentes de ningún tipo.
El optometrista dice que necesito cirugía y que después de eso aún tendría que usar lentes…

Tomándolo con humor pensé que si la canción de la Rondalla de Saltillo “Hasta dónde te quiero” fuera dedicada a mí, sería poco romántica porque el coro dice “¿quieres que yo te diga hasta dónde te quiero? ¡Hasta donde tus ojos no ven!” Pues los míos no ven a centímetros de distancia.

Soy como uno de eso autos que están listos para el deshuesadero. Decimos acá en el norte “puro yonke”.

Al menos puedo mover las manos y hablar, así le pido a mis hijas que hagan algunas cosas de la casa, mientras yo me hundo en el pantano de la autocompasión.


viernes, 7 de agosto de 2015

8 Poderosas Decisiones para cambiar tu actitud.

Sueño color oro

Desperté emocionada porque soñé algo fabuloso que sí quisiera que se hiciera realidad. Estaba en Reynosa para la inauguración de un festival de música. Recuerdo que leía el cartel y venían anunciados conciertos de música clásica, pero el primer día, el concierto abridor fue con ¡El Tri! Por alguna razón llegué a un hotel donde encontré a muchos colegas reporteros de Matamoros, que habían sido enviados a cubrir. Estaban almorzando y me senté con ellos, aunque yo les decía que unas cuadras más adelante había un mercado donde se come delicioso y justo al lado, un conjunto de edificios parecidos a la Catedral metropolitana y al palacio Nacional. No alcancé a convencerlos de ir porque inmediatamente empezó la tocada del Tri y desde el balcón del comedor del hotel, donde estábamos, se veía y escuchaba perfectamente. Con la cámara de mi celular estaba grabando para postear en mis redes sociales que tenía lugar preferente. Empecé a corear la primera canción, “Millones de niños”. Fue graciosos porque alguien que estaba a mi lado me decía con sorpresa ¡Te las sabes todas! Le respondí que me extraña que El Tri, teniendo rolas tan prendidas inicié el concierto con una tan aguada. Pero en fin… Esa como quiera me gusta. Había funcionarios públicos en ese balcón, a la mayoría los conozco y hablé con varios. Más tarde salí de ahí con algunos de los que estaban también, caminábamos por un terreno cercano al hotel pero parecía como si fuéramos hacia un enorme centro comercial. En el cielo, pero a muy baja altura sobrevolaban helicópteros grandísimos y raros, no tenían la forma clásica, uno en especial tenía el parabrisas redondo como las ventanillas de las lavadoras, era color guindo. Se veía y oía alboroto. Escuché decir a alguien que el presidente Enrique Peña Nieto estaba en la ciudad y que había ocurrido un atentado contra él. De ese modo absurdo que pasa en los sueños, de pronto estaba en un trayecto con mi papá. Ya estábamos en Matamoros, él manejaba su camioneta. Me llevó a buscar la mía, me dejó en un estacionamiento de un centro comercial, pero no sé por qué no la encontré. Me distraje, anduve en las tiendas y luego tomé una pesera para ir a otro lugar. Al final me encontré con Lu, parecía que estaba de nuevo en Reynosa en el festival de música. Le pedí que me llevara a buscar mi camioneta pero seguía sin recordar dónde la había dejado. La encontramos en el estacionamiento donde antes me dejó mi papá. Curiosamente yo había dejado una botella de detergente líquido en el cofre, que aún seguía ahí. Nos reímos mucho porque yo espeté ¿cómo es posible que no se la hubieran robado? Y Lu me decía ¿la camioneta? Y yo le decía ¡No, la botella!