Me propuse hacer un ayuno de televisión.
Últimamente he dedicado más tiempo del que yo quisiera a
ver televisión y no lo lamento porque me ha dado dos beneficios, primero me ha
servido para conocer nuevas tendencias en cuanto a cultura pop y segundo, me ha
servido de escape para el exceso de estrés.
Ambas cosas son inapreciables, pero también quiero un
tiempo para retomar lo mío. Por lo mío me refiero a cualquier cosa que tenga
que ver con hacer o pensar cualquier cosa, porque ahora he confirmado más que
nunca que si enciendo la tele se me apaga el cerebro. En verdad es genial
hacerlo.
Soy alguien que piensa demasiado las cosas –es que a
estas alturas, de algo me han servido los años de experiencia y lo menos que
puedo es actuar con cautela para solo dar pasos seguros-, así que en ocasiones
me harto de tanto analizar todos los detalles y busco distracción.
Inclusive, cuando la tensión por asuntos de la familia,
el dinero o el trabajo afecta al grado de quitarme el sueño (literalmente), un
excelente remedio es encender la televisión de mi recámara y ver cualquier
programa de entretenimiento, en pocos minutos logro relajarme y dormir
plácidamente.
Aunque la he pasado bien, no quiero volverme
dependiente de la tevé y especialmente me abstendré solo por unas horas, para enfocarme
en otras actividades pendientes.
No creo que sea importante para nadie, pero ya que
siempre me quejo de no tener tiempo para escribir decidí dedicar este rato a
hacerlo, en vez de ver televisión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario