Luz de todos los astros

Un paseo por el universo personal de quien observa la existencia desde un rincón del planeta.

jueves, 7 de abril de 2016

Te rajo, que te reviento

Tuve un buen día, pero una mala tarde.
Salí a limpiar el tablero de mi camioneta, estaba oscuro, ya pasaba de las 8, y un pelao mariguano que vive en el vecindario andaba rondando evidentemente borracho y drogado. Se acercó, pretendiendo que hablaba por celular y de repente abrió la puerta y me dijo “prima” con voz aguardientosa y tono “ando tan estúpido” nivel “no sé ni cómo estoy de pie”.
En este punto debo hacer un paréntesis para precisar el término “pelao” del párrafo anterior, ya que así es como mejor me puedo expresar para referirme a ese despreciable badulaque. Además hallé en internet un diccionario sobre el uso de la lengua en América Latina que me da la razón, al decir que en México significa “persona extraña”. Aquí el link http://www.asihablamos.com/word/palabra/Pelao.php
Los otros términos yo los inventé y están bastante entendibles.
Retomando la historia, lo que hice ante aquella irrupción en mi espacio personal, atrevimiento y total falta de modales fue gritarle ¿qué te pasa? ¡Lárgate! Encerrarme en el vehículo y poner seguro.
El muy idiota se ha de haber asustado más por mi reacción, de lo que yo por su impertinencia. A los pocos segundos sentí el impulso de salir a reclamarle y gritarle varias palabras altisonantes. Me invadió un coraje, que me puedo haber llevado hasta hacer uso de la violencia física. Se me ocurrió la idea de agarrar el bastón de seguridad que pongo en el volante para darle una paliza o corretearlo con el palote de hacer tortillas de harina, como buena norteña furibunda (lo acepto, ríanse de la imagen, por hoy tienen licencia).
Mi hija Angelle sacó una frase que le compro y la patento: “Te rajo, que te reviento”. Ella tan dulce se inspiró en algo del videojuego de Pokemón, donde hay un mono cuyo perfil dice que con sus garras raja a sus enemigos y la gráfica es ese pokemón reventando el globo del equipo Rocket. Así cuando juega batallas con él, en medio de la emoción espeta “te rajo, que te reviento”. También me hubiera servido en mi quimera de venganza.
Esta parece una más de la peripecias estilo “guión de película de Lindsay Lohan”, tan bizarre que raya en lo hilarante, tan cotidianas en mi vida. No obstante, me hizo reflexionar acerca de lo conveniente o inconveniente que es esta filosofía pacifista que practico desde hace tiempo y que me ha llevado a contener pequeñas dosis de furia asesina cada día, que el cielo guarde la hora en que se me salgan todas de un junto (así “de un junto” es como dicen en Honudras, no viene en el diccionario, pero lo escuché y me lo traje).
Como es sabido no tengo religión,  lo más cercano a eso sería declararme “dudista”, porque en este punto ya empiezo a dudar si ser tan buena será tan bueno.
Lo que sí me queda claro es que una no debe dejar que nadie pase por encima de sus derechos y defenderlos, siempre en la medida de lo posible evitando afectar a alguien más. Finalizo con una estrofa de la canción “Falsas costumbres” de Alaska y Dinarama, que sintetiza la conclusión a la que he llegado:
Por consiguiente me inclino a creer
que el instinto me ciega,
me empuja y me lleva.
No obstante retiro lo dicho
y afirmo que ya no suscribo
la tesis que un día yo expuse.

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