Luz de todos los astros

Un paseo por el universo personal de quien observa la existencia desde un rincón del planeta.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Nada en la nevera

La naturaleza, sabia y perfecta como sólo ella, pone sus límites sobre nosotros los diminutos humanos. Un ejemplo es esta méndiga infección que me hace lagrimar los ojos cuando ya llevo mucho tiempo frente a la computadora. Me obliga a retirarme, de lo contrario el par de soles que hay bajo mis cejas se nubla, se puebla de espesa bruma. ¡Qué coraje! No he terminado todo lo que tengo que hacer (y a decir verdad creo que nunca terminaré) frente a la computadora.

Bueno pero antes de irme, por lo menos quería avanzar un poco con las últimas de Pepito… (jajaja, Pepito es el personaje clásico de los chistes sobre niños impertinentes).

¿Por dónde empezar? Ayer me salté las trancas y no fui al curso de computación básica, quise ser rebelde, un momento, sólo un momento: el momento de la entrada. Lo malo (o bueno) fue que me quedé en la cama hasta mediodía y ya cuando quise dejar de ser rebelde, era demasiado tarde para llegar. Pecata minuta.

El refri

Bueno mi refrigerador está cobrando su propio papel protagónico en este blog. Sigue descompuesto, a veces enfría y otras no. El problema podría ser… adivinar cuándo. Digo podría porque para mí no es problema. Soy tan Chucha Cuerera que ya le agarré la onda, así que antes de que me falle, yo lo vacío primero y no hay más despensas perdidas. De hecho no hay despensas. Mi economía se ha visto severamente afectada y para suerte de mi refri (que por cierto tiene 11 años de antigüedad), no le he puesto demasiadas cosas que enfriar. Escribir esta decadente confesión sólo me hace recordar una película española que se llama “Nada en la nevera”, comedia bizarra súper recomendable que no tiene mucho que ver con mi circunstancia, en algunas escenas me sentí identificada con Carlota, pero por lo menos ella vació el refir para no claudicar por amor.

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