Luz de todos los astros

Un paseo por el universo personal de quien observa la existencia desde un rincón del planeta.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Cambios dignos de escribir en la novela de mi vida.

Uno de mis primeros pensamientos hoy al despertar fue escribir un libro. Eso no es novedad, porque lo tenía decidido, creo, desde los 12 años o algo así. Lo que tuvo de magnífico ese sueño fue que por fin pude tener una idea clara de qué contenido quiero que tenga mi libro.
Anteriormente pensé en varios temas, pero los fui descartando porque no quisiera que mi primer libro fuera a generar un referente equivocado de mi como escritora. Es decir, podría hacer un libro sobre política y democracia, de hecho me encantaría, pero no me gustaría que se me encasillara en ese tipo de género.
Así que no diré de qué se va a tratar mi primer libro, pero ya tengo una luz y estoy muy prendida.

Otra cosa que pensé, en consecuencia de esa claridad de ideas, es esta frase: “El tiempo es un maestro caprichoso. A veces tarda, pero siempre nos da enseñanza”. 

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Lo que más me gusta en la vida es cantar y escribir.

Me di cuenta hace un momento mientras escuchaba música, por cierto, muy contrastante con la que anoche sonaba en todo el barrio por la celebración de Navidad. Yo amanecí escuchando a Ely Guerra, Camilo Sesto y Eugenia León, entre otros.
Cantar, escribir y también bailar, probablemente en ese exacto orden.



miércoles, 16 de octubre de 2013

Robaron mi camioneta.

No lo digo en tono trágico, al contrario, me siento agradecida porque esto me ha dado la oportunidad de saber que no soy tan apegada a las cosas materiales. En verdad me siento bendecida con esta posibilidad de no sentir rencor ni ira contra los responsables.
Pensé en las personas que se dedican a robar y en las carencias que deben haber sufrido, esas que yo no pasé, como la de tener padres ejemplares que me impusieron un gran respeto y a los cuales me siento comprometida a honrar. Seguramente ellos no tuvieron amor suficiente para saber que vale más la dignidad que poseer cosas de marca o cualquier objeto codiciado, pero además, que no está bien satisfacer sus ambiciones a costa de hacerle mal a otros.
Debo presentar la denuncia por robo porque es mi responsabilidad ciudadana, pero en verdad deseo de corazón que ese acto haya servido para hacer el bien, para que esas personas hayan llevado alimento a su familia o medicina a algún enfermo.
No espero un castigo para ellos, y no lo digo poniendo una pose de Madre Teresa, sino porque yo quisiera una humanidad capaz de reaccionar en paz ante los ataques, no como ahora, que cuando alguien hace algo malo, ahí vamos todos los demás a juzgarlo, a condenarlo y a lincharlo, sintiéndonos el dedo de Dios y exigiendo venganza en vez de justicia.
Es sabido que yo no soy creyente, no creo en la existencia de ningún dios, soy atea, pero también soy humanista y tengo valores muy firmes de respeto y amor a mis semejantes.
Muchas veces he sido recriminada por personas que no aceptan mi forma de pensar, o quizá no la comprenden, pero el simple hecho de creer ciegamente en su deidad las hace asumir que quienes no la reconocemos cometemos una ofensa. La realidad es que somos perfectamente normales y, aún más, muchas veces más capaces de practicar valores que se contraponen a los que se manifiestan cuando ellos, los religiosos, juzgan y atacan a quienes pensamos diferente.

Todo esto lo escribo simplemente porque ahora puedo dar testimonio de que sí se puede vivir sin apegos materiales y tener la capacidad de amar a quienes te hacen daño, desearles el bien y perdonarlos. Cualquier persona puede hacerlo.

domingo, 13 de octubre de 2013

Creatividad

Amanecí muy creativa. Hasta quisie cantar "creatividad, hoy te vuelvo a encontrar ¡cuánto tiempo huiste de mí...", pero la canción original (de Víctor Iturbe "El Pirulí") dice "Felicidad" y de hecho así se llama. Yo la escuché de niña interpretada por un grupo regional llamado Toppaz, pero esa es solo una referencia. Entré a postear solo para escribir que tengo muchas ganas y lo mejor de todo, ideas para escribir. Lo que sí no tengo ganas es de lavar el baño y eso sí lo tengo que hacer...

miércoles, 14 de agosto de 2013

Droga- Cola

Traía una jaqueca tremenda. Me tomé una Coca cola y se me quitó. Ha de ser por la cafeína, que actuó como analgésico, pero en realidad el dolor de cabeza lo atribuyo más a la sinusitis.
Y a propósito. Todo el día he traído esta rola zumbando en la cabeza, se llama La Primera Calle de la Soledad, de Jaime López, que por cierto va a ser el artista en honor al cual se hará el Festival Internacional de Otoño edición 21. No pude tener mejor noticia para iniciar esta semana.
La comparto porque yo digo que el dolor de cabeza se debió a la congestión provocada por alguna alergia a algo que se me debe haber atravesado y ni siquiera supe, pero ahora solo pienso en esa frase que dice "tal vez te suenen mis palabras a humedad ahumada urbana, tan cascadas por la sinusitis que contraje, pero te traje escaparates ¡ya le va, pa' su mercé!

viernes, 2 de agosto de 2013

Nada en la nevera. ¡Ni nevera!

“Ella empacó su bistec con todo y refrigerador” es el nombre de una canción que me viene a la mente al tratar de hilar las ideas que me ha generado la circunstancia que atañe a este momento en mi vida: mi refrigerador falleció (bueno, dejó de funcionar, para no ser tan trágica).
El caso es que siento que este es un Deja vu, algo que ya había vivido.  De hecho lo es. Cuando comencé a escribir en mi blog Luz de todos los astros, el tema de la nevera era lo in para mí, porque me las fallas que tenía me jodían la vida, más de lo que ya estaba de por sí.
Sin proponérmelo, el refri se convirtió en protagonista de mis primeros posts y no me arrepiento de ello. Fue un tiempo en que escribía por el solo gusto de hacerlo, pero igual era una práctica para luego usar los blogs con propósitos “científicos” (bueno, es que se me ocurrió inventar que el periodismo es una buena justificación para hablar de los demás con fines científicos).
Pasó eso y ahora pienso que esa es la forma más auténtica de escribir, la más espontánea, la que no lleva pretensiones.
He estado yendo a un curso de periodismo impartido por Julio Rubio, director de la Revista Vertical y en cada sesión regreso preguntándome cuánto de lo que sé es correcto y cuánto no, aunque en realidad eso no me agobia porque he superado hace mucho al demonio de la relatividad.
Aquí lo importante es no perder la capacidad de autocrítica, la humildad, la disposición para aprender de los demás.
Mencioné lo del curso porque ahí es donde me planteaba lo de la redacción y como al llegar a casa recordé que el refrigerador ya no funciona, y las otras circunstancias chingativas que me impiden desarrollar mis textos y mis ideas cuando quiero, y no solo por pensarlo, sino porque es cierto que lo hacen, me quedó claro que no iba a poder escribir todas esas cosas para las que venía bien inspirada.

Naaah. Ya pasó.

viernes, 19 de julio de 2013

Gatitos 2013

Creo que no había escrito antes sobre mi nueva acción a favor del medioambiente y de los animales indefensos. Desde hace poco más de un año comencé cuidando tres gatitos que una gata parió en el patio pero no los recogió hasta después de dos días. Entre tanto, les empecé a dar suero con goteros y con la ayuda de las gemelas.
A esa camada se la llevó su madre y unas semanas después vimos que las crías estaban enfermas, dos de ellas tuvieron infecciones serias en los ojos y después de atraparlos, los llevamos con el veterinario, quien finalmente nos recomendó la eutanasia. Fue muy triste pero lo hicimos para evitarles más sufrimiento.
Poco antes de eso habíamos encontrado a cuatro gatitos más, recién nacidos, en una bolsa de plástico en el contenedor de basura. Me conmovieron mucho, así que los rescaté y los coloqué en una caja esperando que su madre los viniera a buscar, aunque nadie sabía quién era ella.
Después de 24 horas no tuvimos noticias de ella y era época de frío, así que metimos a los gatos a la casa y comenzamos a hidratarlos con suero. Al día siguiente, las gemelas averiguaron cómo preparar leche para sustituir la de su madre y la preparamos, con una taza de leche de vaca, una cucharada de crema, una de miel y yema de huevo. Compramos mamilas para cachorros en la veterinaria y empezamos a alimentarlos.
Vimos que los tendíamos que higienizar masajeando su ano para que hicieran pipí y popó, así que con paciencia durante varios días lo estuvimos haciendo, colocándolos en periódico. Rápidamente fueron creciendo y haciéndolo por ellos mismos y para antes de cumplir un mes ya hasta comían algunas papillas y usaban el arenero. Fue increíbe que se críaran. A eso de los dos meses los dimos en adopción, solo se quedó con nosotros la gata, se llama Claire.
Por julio del 2012 unos niños trajeron a Glass, un gato blanco que estaba desnutrido, abandonado en una caja de zapatos junto a sus tres hermanitos muertos en el contenedor de basura. Pensábamos que se nos iba a morir, pero también se crió y se puso muy bonito. Cuando pensábamos darlo en adopción se enfermó. Parecía moribundo, así que el veterinario le inyectó un antibiótico, un esteroide porque traía una sarna muy fuerte y porque convulsionaba, además de pasar dormido casi todo el tiempo.
Se salvó y estuvimos postergando su castración por falta de dinero, pero sigue con nosotros y anda bien de salud.
Hace unos tres meses llegó de repente Kimera, una gata pelirroja que ya estaba preñada y dio a luz a sus cuatro crías aquí. Ahora tenemos siete gatos. Los hijos de Kimera se han ido desarrollando poco a poco y han tenido algunos problemillas de salud porque están debiluchos, pero los estamos alimentado ya con la leche sustituta y es que la madre también está desnutrida.
Lo que me preocupa es una infección que traen en los ojos, que les estamos tratando con manzanilla y se han ido recuperando.
De ellos, el que inicialmente era el más grande, ahora está muy afectado, no ha crecido y hasta parece deshidratado. Las niñas lo llamaron Kimero. Hoy después del trabajo le lavé los ojos con manzanilla, le lavé el cuerpo con toallitas húmedas de bebé y le di un poco de leche con la mamila. Espero que se recupere totalmente.
Los otros tres son Exodia, la más guapa, parece que usa una máscara como la del Fantasma de la Ópera, Kintaro, no sé por qué le pusieron así pero es pelirrojo como su madre y, Tiramisú, predominantemente negra con algo de mechitas en crema.


jueves, 11 de julio de 2013

Encuentro

Algo distanciada del sano ejercicio de escribir, algo que amo hacer, lo sé, en verdad lo amo y ahora es como esa clase de amores con los que no hay cercanía.
Eso me hace pensar que las personas a veces somos idiotas al dejar pasar la oportunidad de estar con quien amamos. No debería ser así, cuando se ama, se tiene que hacer lo que sea para estar con ese amor.
No creo que mi caso sea algo irremediable, es solo una desorganización de prioridades… De esas veces en que se hace lo más urgente y se posterga lo más importante.
Ahora mismo me siento como niña de kínder, haciendo ejercicios de reautoencuentro con la escritura, o no sé cómo llamar a esto de empezar de nuevo a practicar el ir pensando en lo que quiero escribir, mover las manos sobre el teclado de la computadora y desarrollar textos con algún sentido, secuencia, coherencia, algo de cada uno de esos o por lo menos uno, o cualquier otro parecido que no haya mencionado.

Aún así, no me siento mal por la pausa que he hecho. No es mejor hacer mucho a cada rato, pero chafa, que algo bueno, no importa cuando.

viernes, 3 de mayo de 2013

La verdad es una gran mentira.

Toda mi vida he valorado la verdad como un ideal, pero hoy caigo en la cuenta de que esa máxima de que “la verdad no es absoluta”, se queda corta. No solo es relativa, sino que cada vez es menos verdad.
Cada quien cuenta la historia desde sus limitadas posibilidades y en un mundo tan jodido donde sus habitantes conocen apenas tres palabras, la verdad se va degradando al punto de volverse algo diferente de una persona a otra y eso sucede en instantes, no hacen falta siglos para que el significado de una palabra cambie de sentido.
Ahora, lo que antes tenía un connotación negativa en  el entendimiento puede ser algo positivo y viceversa, así que la verdad queda perdida entre la ignorancia, que a falta de verdad es lo que más prolifera.



jueves, 21 de marzo de 2013

El periodismo a través del cine

El periodismo a través del cine from Silvia Go on Vimeo.

Imposible dejarlo pasar.

sábado, 12 de enero de 2013

El juicio y el final


La responsabilidad más grande para cualquier persona es ser padre o madre. Lo sé porque lo soy y porque ya me di cuenta que ser juzgados por quien sea es muy duro, pero el juicio de los hijos o hijas es el más pesado de todos.
También como hija juzgué a mis padres y fuertemente. Nunca les hablé de mi sentimiento hacia las cosas que desaprobaba de ellos, pero alguna vez las escribí y mi madre leyó el texto. Por supuesto se enfureció y me reprendió severamente, porque yo aún era adolescente, aunque ya adulta una vez discutimos y salió a relucir algún reproche por lo que yo había creído que sufrí. Ese día ella me pidió perdón por no haber sabido ser madre conmigo. Nuestra relación nunca fue buena en realidad y eso para mí ya no es relevante, como haya sido, así fue y ahora es pasado.
En este tiempo lo que me pasa es la caída en peso de ese juicio de los hijos, porque entiendo que éste viene del dolor que se les causa en el proceso de aprendizaje que es la misma vida.
Francamente, no permito que las críticas de nadie me quiten el sueño, aunque me incomoden por instantes, pero cuando se trata de ellos en especial se siente muy triste, porque es claro que no se alcanzan las expectativas de ser la madre ideal, no el modelo idealizado de madre perfecta, sino el estándar al que apenas podemos aspirar: al de una mujer normal que da todo su esfuerzo. Esa es la expectativa mínima de los hijos y por ínfima que parezca, también es inalcanzable, simplemente porque todo esfuerzo es insuficiente. Esa es la naturaleza humana. Hagas lo que hagas como madre, siempre vas a dejar un hueco de insatisfacción propicio para que te recriminen, si no por una, por otra cosa. Me queda claro y no reniego de eso, de hecho creo que en cierto modo también es lo que yo me espero inevitablemente.
Lo que a mí me apena es no ser suficientemente fuerte para ser juzgada. Supongo que igual que yo, muchas mujeres nos derrumbamos al notar que podemos levantarnos con mucho sacrificio aún de madrugada para llevarlos a la escuela, todos los días andar contra reloj para atender sus necesidades, tratar de darles lo mejor, lo que les hace felices, defenderlos, protegerlos, cuidar su salud, lavar su ropa, limpiar la casa, hacer la comida, tener un empleo para traer dinero a casa, hacer a un lado proyectos propios o diversión para privilegiar lo suyo, todo eso y mucho más, porque somos fuertes o sacamos fuerza del amor que ellos o ellas nos inspiran, pero no somos capaces de soportar que ellos nos juzguen.
Principalmente creo que el peso del juicio de los hijos e hijas viene del hecho de que a los padres nunca los vemos como seres humanos normales, imperfectos, sino como seres especiales, como grandes ídolos que al decepcionarnos nos causan una pena tremenda. Al ser de ese modo, una madre o padre encuentra en el juicio de los hijos el dolor que nunca les ha querido causar, el sufrimiento contra el que siempre los ha protegido, así que entonces parece que todo falló.
Esto es muy complicado, pero así es y aunque en algún punto podamos convivir con esa realidad, mientras se asimila, no deja de ser frustrante.
Yo quisiera que mi hijo y mis hijas entendieran que la torpeza emocional, inherente a la especie humana, nos hace cometer errores con la gente que amamos; que yo he fallado en mucho, pero nunca he obrado de mala fe y menos en contra suya. Eso es lo único importante y lo mejor a lo que puedo aspirar.
Justo antes de terminar este post me entero que falleció el hijo de un colega periodista. La noticia me estremeció. No imagino el dolor que está sintiendo y yo, que me azotaba por lo que hacen mis hijos, que agraciadamente están vivos. Me he llevado una lección, pues eso, que me juzguen y cualquier cosa que hagan la podría soportar, excepto una pérdida así.


viernes, 11 de enero de 2013

Adicción al placebo


Cuidado con aquello que parece dulce y atractivo. Muchas veces en desesperación, por sentir tristeza o soledad, los seres humanos cometemos el error de buscar compañía, esperando hallar alivio. Lo malo no es buscarla, sino esperar que esa compañía acabe con los pesares que, en realidad nos pertenecen a nosotros, no a ellos y por lo tanto, podrán apapacharnos y hacernos sentir bien mientras eso pasa, pero si deja de pasar, la tristeza, la soledad o cualquiera otra que sea la causa de pena reaparece.
Es fácil la dulce adicción a los placebos. Cuando eso sucede, uno se jode porque ya no tiene un problema, sino dos. Ya no nada más está triste y solo, sino triste, solo y adicto.
El apego se ha visto en sicología, eso he conocido por publicaciones diversas, como materia de estudio por el efecto que causa en el desempeño o desenvolvimiento de los individuos en ese colectivo del que todos formamos parte, llamado sociedad.
Se ha comprobado que el apego puede ser igual hacia cosas como a personas, es decir, que el afectado puede engancharse con alguien, ya sea una pareja, una amistad o familiar, aunque también puede sucederle con cualquier artículo o actividad. Hay quienes hacen apego con objetos que le representan alguna conexión con algo que les dio felicidad o tocó su sensibilidad. Otros desarrollan fijación por las compras, el juego (la llamado ludopatía, principalmente relativa a las apuestas), comer, ver televisión, las redes sociales, los videojuegos e incluso por el ejercicio.
Llevar el agrado a la práctica sistemática no siempre resulta provechoso para quien lo hace, ya que puede volverlo dependiente. Es ahí donde interferiría con la participación del individuo en la colectividad.
En relación a la frase inicial de este texto, cuidado se debe tener para evitar que un momento de debilidad se prolongue o intensifique por eludirlo recurriendo al placer, pues esto haría que al acabar el placer, todo sea como antes y que así sucesivamente se busquen más escapes.
Es un gran ejercicio preguntarse a uno mismo cuál es el origen de su dolor.
Conocerse, observar el interior propio, en definitiva es lo único que puede, si no remediar, por lo menos llevar a otro estado en la conciencia acerca de eso que te causa conflicto. Yo diría que es conveniente pasar por un proceso.
Pimero.- Autoconfrontarse. No significa pelear con uno mismo, sino hablarse, preguntarse y responderse con honestidad, cosa difícil, porque el entorno nos impone la hipocresía y una continua negación de la imperfección humana.
Segundo.- Autoreconocimiento. Ser honesto con uno mismo conlleva a darse cuenta de que es imperfecto, a aceptarlo y quererse, con todos sus defectos y virtudes. No se es ángel ni demonio, solo se es el que se es.
Tercero. Responsabilizarse de la parte que le toca en aquello que haya hecho mal. El sufrimiento no es un factor externo, sino algo que hay dentro de tí, por lo tanto nadie tiene la culpa de lo que te hace sufrir, nadie más que tú decide cuándo para el sufrimiento. Para llegar a eso, de nuevo hay que tomar al toro por los cuernos, porque lo pasado te seguirá atormentando si quieres cargar con ello, aunque la mejor opción es partir de cero cada día.
Cuarto.- Darse licencia de ser humano, imperfecto, de cometer errores y no poder satisfacer las expectativas de otros. Ah porque como se quiere tanto quedar bien con esa gente que muy seguramente no hará nunca nada por nosotros.
Quinto. Perdonarse, comprometerse a hacer esfuerzos por no recaer y si se recae, volver a repetir el procedimiento.
Seguramente habrá mucho más que se pueda hacer, pero esto al menos es el principio de una ruptura del ciclo. Es una gran enseñanza que me ha dado la vida.